La culpa fue de Indiana Jones

Sobre mi viaje a Jordania en 2024

¿Has tenido alguna vez un stendhalazo? Yo muchos. Bueno, muchos tampoco, pero sí algunos. El que tuve en Petra era más que previsible, y no falló. Pero vayamos al principio.

Siempre había soñado con ver Petra alguna vez en la vida. Fui una pequeña fan de Indiana Jones (los Millennials casi rozando la Generación X sabemos que tampoco había mucho dónde elegir y que por la tele repetían esas películas casi semanalmente), y de entre todos los lugares que aparecían en la saga, me quedó grabada a fuego esa fachada. 

Yo frente al Tesoro, en Petra

Por razones que no vienen a cuento, aún no había tenido ocasión de visitarla. El año pasado, después de mi primer viaje sola a Lisboa, decidí que era un buen momento para liarme la manta a la cabeza (y la kufiyya, ya que estamos) e irme en pleno mes de agosto a Oriente Medio. Con lo que me gusta el calor… spoiler: fue totalmente soportable.

Debo decir que fotográficamente no tuve el flechazo esperado y que pese a ello hice bastantes fotos, las cuales tuvieron que reposar un tiempo hasta que me reconcilié con ellas. Jordania es un país complejo: tradicional, moderno, alegre y compungido. Todo a la vez. Esa es la sensación que tuve en el momento en el que viajé (2024). ¿Me hubiese gustado visitar el país sin esa sensación de calma tensa en que se vivía? Por supuesto. ¿Tuve el privilegio de poder ver Petra sin apenas turismo? También. Una cosa no quita la otra. Saber que a unos pocos kilómetros de ahí se estaba viviendo un infierno marcó el viaje sin duda alguna, y hubo momentos en que se mezclaba un extraño sentimiento de culpa frívola, de impotencia, quizá. Es imposible obviarlo.

Sonrisas y complicidades

Turistas saudíes vs turistas europeas

Más sonrisas

Su capital, Amán, nos recibe con un diálogo entre lo nuevo y lo viejo, Oriente y Occidente. Si algo me llamó la atención del país, es la modestia: no quiere impresionar, no quiere aparentar lo que no es. Tiene dentro de sus fronteras auténticos tesoros culturales, históricos, artísticos, religiosos, naturales, etc., y los vas descubriendo poco a poco, sin que nada te lo anuncie previamente. No es solo Petra. Aunque Petra bien merece un viaje a Jordania. 

Ejemplo de lo dicho es Jerash, un complejo arqueológico impresionante cuyo estado de conservación es excelente, pero su restauración ha sido tan deficiente que no está reconocido por la UNESCO. Destacar que se trata de la segunda ciudad romana mejor conservada después de Pompeya. Espectacular.

Jerash

El desierto de Wadi Rum me recibió al anochecer, teñido de fuego e infinitud. Es impactante, mágico, brutal.

Wadi Rum

Me regaló uno de los momentos fotográficos más felices de mi vida, yo que no soy fotógrafa de naturaleza: pude ver y capturar la Vía Láctea. A media noche, sin equipo adecuado, maravillada ante lo que veían mis ojos y a la vez frustrada por no ir bien preparada, tomé algunas fotos que insinúan solo un poco la belleza inmensa del lugar.

Wadi Rum

El amanecer fue igualmente mágico, y me dejó con imágenes y colores tatuados en la retina para siempre. ¿Sabes cuándo algo es tan, tan bonito que ninguna foto es capaz de mostrarlo igual? Pues exactamente eso. Tendrás que ir para verlo ;).

Próxima parada: Petra. Petra de noche y de día. Las dos veces igual de increíbles. Es superlativa en todos los aspectos. Impresionante. El desfiladero que la precede, Siq al-Wadi, de 1,2 km, es como la obertura de una ópera, te va introduciendo paulatinamente a lo que llegará, y una mezcla de emoción y alegría, y también un poco de miedo a la decepción, te va acompañando hasta que se asoma, por sorpresa, el Tesoro. 

Petra

Si bien debo decir que había muy poca gente cuando llegué, había una constante que se repitió en todas las personas que iban llegando: el silencio. Unos durante segundos, otros (como yo) durante minutos, te quedas contemplándolo como si tuvieras que asimilarlo sentido por sentido. Primero, la vista. Después el oído, el olfato… hasta que te dejas envolver por una sensación que te estremece y maravilla a la vez. Te sientes pequeño, te sientes explorador, te sientes partícipe de un secreto guardado durante siglos. Porque es especial, lo es. Creo que nadie con un mínimo de sensibilidad podría decirme lo contrario. 

Petra no es solamente el Tesoro, es un enorme complejo arqueológico tallado en piedra arenisca, del cual se calcula que solamente se ha excavado un 20%. Sin palabras. Subir al Monasterio (Deir) supone un ascenso de más de 800 escalones, esquivando burros y caballos, tiendas de souvenirs, beduinos que quieren venderte lo que sea, turistas que bajan rojos como tomates… pero hay que subir. A pesar de la paliza. Y si además es en verano, te llevas de regalo una insolación, pero la alegría es superlativa ;). 

El anochecer me hizo otro regalo que jamás olvidaré: otra (y no la última) puesta de sol deslumbrante sobre la ciudad de Petra. 

Petra

Mi viaje se completó conociendo los dos mares que bañan la costa jordana: el mar Rojo y el mar Muerto. El primero es un paraíso natural, goce de snorkelistas entre los que no me incluyo. Guardo para mí yo más íntimo (y lo comparto aparcando el sentido del ridículo con las personas presentes en ese momento) mi intentona de hacer unos pinitos buceando, aunque prometo que intención e ilusión sí las hubo :)). 

El mar Muerto es el punto más bajo de la tierra, situado a 400 metros por debajo del nivel del mar. El calor ahí es notable, hay que pensárselo dos veces antes de exponerse al sol. Bañarse en sus aguas densas es como ponerse en salmuera, al poco rato tienes que salir si no quieres quedarte como la mojama. Es divertido experimentarlo al menos una vez en la vida. Justamente allí, el cielo me regaló un atardecer increíble, una despedida bellísima de un país que me rasgó el corazón y puso mil sensaciones a flor de piel. Muchas veces pienso que podría contar mi vida recordando bellas puestas de sol, siento que es el momento en el que más me conecto con la naturaleza, con su dimensión, con su magnitud. 

Jordania fue momentos inolvidables, fue cumplir un sueño, fue un antes y un después. Y fueron muchos atardeceres que ya forman parte de mis recuerdos más bonitos. 

Comentarios

  1. Molt bona crónica del teu viatge, Bibiana! I molt ben escrita!. Jo no hi he estat, però m'agradaria. Salutacions!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Moltes gràcies, Luis! M’ha fet molta il•lusió el teu comentari. Tal com dic al post, “bien merece un viaje”, t’animo a anar-hi 😊

      Eliminar
  2. Bonito relato acompañado de preciosas fotos. Me ha despertado un sentimiento que tengo de pequeño, ir a Bagdad. En mi infancia leí "Las mil y una noches" y desde entonces he querido conocer ese lugar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Alvaro! Ya sabes, los sueños están para cumplirse. Tal vez algún día… ☺️

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares